Mitos, Leyendas y Pollo

Cuenta la leyenda que Apple inició en el garage de los fundadores. Se dice que el dueño de Netflix sintió caro pagar la multa que Blockbuster establecía por la devolución tardía de los videos. Se menciona que una gran cadena de supermercados inició como un puesto de venta de tomates. Y se dice que Pollo Campero tenía como ingrediente una yerba exótica que provocaba adicción.

Tal cual lo dice Francisco Pérez de Antón, existen mitos y leyendas que no hacen daño a nadie, que generan cierta curiosidad y cierto «morbo» que enriquece la tradición que va formando a las marcas. Lo cierto del caso es que toda estas estas leyendas y mitos organizacionales logran hacer que una marca pueda perdurar en el tiempo gracias al posicionamiento que el relato o implicación del mismo tenga en la mente y, por qué no decirlo, en el corazón de consumidor. De alguna manera, llegan a sumar al éxito de una empresa.

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El éxito no es casualidad, pero tampoco es el resultado simplemente de una leyenda o mito urbano que se fue regando entre los consumidores en el paso del tiempo. Marcas como Apple, Netflix y el mismo Pollo Campero se han cimentado en dos ingredientes adecuadamente combinados y necesariamente integrados: la estrategia y el trabajo duro.

La estrategia son las acciones intencionales que se toman para llegar a un objetivo. Para establecer una estrategia es necesario en primer lugar definir objetivos. Según indica Pérez de Antón en el libro «Memorial de Cocinas y Batallas«, Campero surgió con el objetivo de ser «una cadena semejante a alguna de las que a fines de los años setenta habían alzado ya el vuelo en los Estados Unidos».

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Un objetivo ambicioso requiere que sus estrategias vayan acompañadas y demanden trabajo duro. El esfuerzo constante pero guiado hacia la ejecución es necesario para alcanzar el éxito. Una estrategia sin trabajo duro no se alcanza, pero trabajar duramente sin estrategia es posible que no nos lleve a ningún lado.

He allí el desafío que sigue vigente para nuestra nación y para las nuevas generaciones: necesitamos seguir teniendo objetivos ambiciosos, grandes, emocionantes que luego puedan ver dibujada su trayectoria en estrategias puntuales que, finalmente, se vean ejecutadas con pasión y sin temor al trabajo duro.

Guatemala está frente a nuevas oportunidades gracias a los grandes desafíos que tiene por delante. No es un camino fácil, pues construir el éxito nunca lo ha sido; más bien se trata de un panorama donde la neblina pudiera esta interfiriendo la visión; sin embargo, es necesario alzar la vista y pensar que se puede soñar y hacerlo en grande. Ya luego, demandará el esfuerzo, pero no el esfuerzo si sentido sino aquel que vaya en respaldo a una estrategia bien definida que nos permita no solo alcanzar, sino superar lo soñado.